Primeras esperanzas para poder abordar la difícil hipoacusia oculta

La persona no oye con ruido ambiente y, sin embargo, su audiograma refleja que goza de una audición normal. Estos casos misteriosos a veces se corresponden con la hipoacusia oculta, para la que algunas investigaciones apuntan a posibles tratamientos, aún por desarrollar. Joaquín Valderrama y Gerard Encina-Llamas han compartido sus investigaciones al respecto en el congreso de AEDA, presentados por Raúl H. Sánchez.

Publicado el 16 agosto 2021

Primeras esperanzas para poder abordar la difícil hipoacusia oculta

El investigador postdoctoral en Interacoustics en Dinamarca Raúl H. Sánchez López, moderador de esta última esa redonda del congreso AEDA, ha definido la hipoacusia oculta como “una degeneración de las conexiones neuronales, de la sinapsis, en las Células Ciliadas Externas (CCE) que no conlleva alteración alguna de los umbrales auditivos, pero podría afectar a la codificación temporal del sonido a niveles supraliminares”.

Por su parte, el panelista Joaquín Valderrama Valenzuela, investigador en el Laboratorio Nacional de Acústica (NAL) de Sidney (Australia), se ha encargado de desentrañar los fundamentos neurofisiológicos de este problema y las dificultades para encontrar indicadores biométricos de la causa de la hipoacusia oculta en humanos. De entrada, el perfil de afectado es el de una persona que tiene problemas de audición -con ruido- y, sin embargo, su audiometría no revela ninguna pérdida auditiva.

Para comprender los mecanismos que pueden influir, este especialista explicó la sinaptopatía coclear, ya que se ha comprobado en estudios con animales que la exposición al ruido daña las fibras de “actividad espontánea baja” en la cóclea, aquellas que hacen posible la comprensión del habla, a diferencia de las de “actividad espontánea alta”, que se “disparan” incluso sin un estímulo sonoro de alta intensidad.

Las células ciliadas se recuperan pasado un tiempo, de esta exposición al ruido, que no obstante sí que tiene el efecto de “desconectarlas” de las terminales nerviosas. En cuanto a la demielinización del nervio auditivo, tiene igualmente trascendencia porque la audición binaural permite a la persona construir la “escena acústica”, con los diferentes sonidos que le llegan. Se codifica en el tronco cerebral y se basa en diferencias de tiempo y de nivel sonoro por los dos oídos, que se trastocan.

Nuevos enfoques y herramientas

Finalmente, se ha descubierto una adaptación neuronal en función del entorno auditivo según el nivel de ruido, que en algunas personas puede fallar. Y otros factores que pueden estar en el origen de la hipoacusia oculta son procesos cognitivos o de la atención selectiva. Valderrama concluyó que hacen falta nuevos enfoques para obtener herramientas de diagnóstico precisas.

Y si el diagnóstico resulta complicado, el tratamiento todavía más, por el momento. Valderrama indicó que hay un estudio en curso con audífonos de baja ganancia (8 dB) que han demostrado resultar de ayuda para personas con hipoacusia oculta. Como indicio de una posible vía de trabajo, este panelista ha señalado que a unos 60 dB parece que estas personas obtienen resultados y también hay investigaciones con medicamentos para restaurar el nervio auditivo, si bien falta al menos una década para materializar resultados. Pueden ayudar los canceladores de ruido o el apoyo en sistemas de FM o micrófonos remotos, pero todavía no está comprobado.

La electrococleografía y un modelo animal como estrategias

Gerard Encina-Llamas, de la Universidad Técnica de Dinamarca (DTU), trabaja en el proyecto de investigación “Descubriendo la hipoacusia oculta” (UHEAL, Uncovering Hidden Hearing Loss), centrado en la electrofisiología en humanos y la sinaptopatía coclear (SC) por el envejecimiento. En animales se puede experimentar, pero en humanos solo cuando ya han fallecido y por causas naturales. En el caso de este grupo de trabajo, usan Respuestas Seguidoras de la Frecuencia (RSF), con tonos puros y sus resultados revelan que las neuronas pueden seguir las frecuencias, pero menos cuando se trata de personas mayores, de forma significativa y en todas las frecuencias. La razón es una pérdida de conexiones en el nervio auditivo (sinaptopatía coclear), incluso en normoyentes (tal como corroboran otros estudios anteriores). También se aprecia que “los reflejos musculares del oído medio atenuados y los umbrales elevados en frecuencias altas extendidas indicarán la presencia de SC (Sinaptopatía Coclear)”, según Encina.
Aún no hay validación de los resultados del modelo, aunque se va “por buen camino” y este investigador ha señalado que, de momento, trabaja con la electrococleografía con el fin de conocer si la pérdida está más originada en el nervio auditivo, en el centro, o bien se localiza en la periferia. Y la otra estrategia es un modelo animal, para el que se han embarcado ya en una iniciativa con un laboratorio de Estados Unidos.

J. L. Fernández